Kohlenmunk-Peter
hatte jetzt den höchsten Punkt des
Tannenbühls erreicht und stand vor
einer Tanne von ungeheurem Umfang, um die
ein holländischer Schiffsherr an Ort
und Stelle viele hundert Gulden gegeben
hätte. »Hier«, dachte er,
»wird wohl der Schatzhauser wohnen«,
zog seinen großen Sonntagshut, machte
vor dem Baum eine tiefe Verbeugung, räusperte
sich und sprach mit zitternder Stimme: »Wünsche
glückseligen Abend, Herr Glasmann.
Pedro el
Carbón Munk había alcanzado
en aquel momento el punto más alto
de la colina de los abetos y se hallaba ante
un abeto de enorme tamaño, por el que
cualquier patrón holandés hubiera
pagado allí mismo varios cientos de
florines. Pensó que era probable que
viviera allí el Tesorero. Se quitó
su gran sombrero de los domingos, hizo una
profunda reverencia ante el árbol,
carraspeó y dijo con voz temblorosa
-le deseo muy buenas tardes, señor
de Cristal.
«
Aber es erfolgte keine Antwort, und alles
»Vielleicht muß ich doch das
Verslein sprechen«, dachte er weiter
und murmelte:
»Schatzhauser im grünen Tannenwald,
Bist schon viel hundert Jahre alt,
Dir gehört all Land, wo Tannen stehn...«
Pero nadie contestó, y en los alrededores
dominaba el mismo silencio de antes.
-A lo mejor tengo que recitar los versos-
pensó y murmuró
Tesorero en el bosque verde,
que cuentas ya años a cientos
es tuya toda la tierra donde los abetos se
hallan...