Er reiste
alle Jahre zweimal mit Bauholz nach Amsterdam
und hatte das Glück, es immer um so
viel teurer als andere zu verkaufen, daß
er, wenn die übrigen zu Fuß heimgingen,
stattlich herauffahren konnte.
Todos los
años viajaba dos veces a Amsterdam
con madera de construcción, y tenía
la suerte de venderla siempre mucho más
cara que otros, de modo que, cuando los otros
volvían a casa a pie, él podía
navegar aguas arriba majestuosamente.
Der andere war der längste und magerste
Mensch im ganzen Wald, man nannte ihn den
langen Schlurker, und diesen beneidete Munk
wegen seiner ausnehmenden Kühnheit;
er widersprach den angesehensten Leuten,
brauchte, wenn man noch so gedrängt
im Wirtshaus saß, mehr Platz als vier
der Dicksten; denn er stützte entweder
beide Ellbogen auf den Tisch oder zog eines
seiner langen Beine zu sich auf die Bank,
und doch wagte ihm keiner zu widersprechen,
denn er hatte unmenschlich viel Geld.
El otro era el hombre más alto y flaco
de toda la Selva, se le conocía por
Schlurker el Largo; a éste le envidiaba
Munk por su extraordinaria audacia; contradecía
a las personas más destacadas, y en
la taberna, cuando estaban sentados muy apretados,
necesitaba para él solo más
espacio que cuatro de los hombres más
gordos, pues apoyaba ambos codos en la mesa
o estiraba una de sus largas piernas sobre
el banco, y nadie se atrevía a protestar,
pues tenía muchísimo dinero.
Der dritte war ein schöner junger Mann,
der am besten tanzte weit und breit und
daher den Namen Tanzbodenkönig hatte.
Er war ein armer Mensch gewesen und hatte
bei einem Holzherrn als Knecht gedient;
da wurde er auf einmal steinreich; die einen
sagten, er habe unter einer alten Tanne
einen Topf voll Geld gefunden, die andern
behaupteten, er habe unweit Bingen im Rhein
mit der Stechstange, womit die Flözer
zuweilen nach den Fischen stechen, einen
Pack mit Goldstücken heraufgefischt,
und der Pack gehöre zu dem großen
Nibelungenhort, der dort vergraben liegt;
kurz, er war auf einmal reich geworden und
wurde von jung und alt angesehen wie ein
Prinz.
El tercero era un joven chico guapo que era
el mejor bailarín por todas partes,
y de ahí que tuviese el sobrenombre
Rey del Baile. Había sido un hombre
pobre y había servido como criado en
casa de un maderero; de golpe se había
hecho inmensamente rico; unos decían
que había encontrado una olla llena
de dinero bajo un viejo abeto, otros afirmaban
que no lejos de Bingen, en el Rin, había
pescado un bulto con monedas de oro, con ayuda
del arpón que suelen usar los almadieros
para pescar, y que el bulto formaba parte
del gran tesoro de los Nibelungos que está
allí enterrado. En resumen, se había
enriquecido de repente y era considerado como
un príncipe por jóvenes y viejos.