»Lebe
wohl, du helle Sonne!«, sagte sie,
streckte die Arme hoch empor und ging auch
eine kleine Strecke weiter vor dem Hause
der Feldmaus; denn nun war das Korn geerntet,
und hier standen nur die trockenen Stoppeln.
»Lebe wohl, lebe wohl!«, sagte
sie und schlang ihre Arme um eine kleine
rote Blume, die da stand. »Grüße
die kleine Schwalbe von mir, wenn du sie
zu sehen bekommst!« »Quivit,
quivit!«, ertönte es plötzlich
über ihrem Kopfe, sie sah empor, es
war die kleine Schwalbe, die gerade vorbeikam.
Sobald sie Däumelinchen erblickte,
wurde sie sehr erfreut; diese erzählte
ihr, wie ungern sie den häßlichen
Maulwurf zum Manne haben wolle und daß
sie dann tief unter der Erde wohnen solle,
wo nie die Sonne scheine. Sie konnte sich
nicht enthalten, dabei zu weinen.
-¡Adiós, brillante sol! -exclamó, extendiendo hacia él los brazos. Y se adelantó algunos pasos alejándose de la casa. El cereal ya había sido cosechado, y sólo quedaba en los campos el rastrojo seco-. ¡Adiós, adiós! -repetía, abrazando a una florecilla roja que estaba a su lado-. Despide por mí a la pequeña golondrina, si es que vuelves a verla.
-Pío, pío -sonó una voz, de pronto, a sus espaldas. Pulgarcita se volvió y levantó la cabeza: allí estaba la golondrina, volando cerca de ella. Se quedó encantada al encontrar a Pulgarcita. Esta le expresó cuánto disgusto experimentaba al tener que casarse con el feo topo, para vivir siempre bajo la tierra y no volver a ver nunca más el esplendente sol. Y al decirlo lloraba.