Aber die
kam nicht wieder; sie war gewiß weit
weg in den schönen grünen Wald
gezogen. Als es nun Herbst wurde, hatte
Däumelinchen ihre ganze Aussteuer fertig.
»In vier Wochen sollst du Hochzeit
halten!«, sagte die Feldmaus. Aber
Däumelinchen weinte und sagte, sie
wolle den langweiligen Maulwurf nicht haben.
»Schnickschnack!«, sagte die
Feldmaus. »Werde nicht widerspenstig,
denn sonst werde ich dich mit meinen weißen
Zähnen beißen! Es ist ja ein
schöner Mann, den du bekommst, und
das darfst du nicht vergessen. Die Königin
selbst hat keinen solchen schwarzen Samtpelz!
Er hat Küche und Keller voll. Danke
du Gott für ihn!« Nun sollten
sie Hochzeit haben. Der Maulwurf war schon
gekommen, Däumelinchen zu holen; sie
sollte bei ihm wohnen, tief unter der Erde,
nie an die warme Sonne herauskommen, denn
die mochte er nicht leiden. Das arme Kind
war sehr betrübt; sie sollte nun der
schönen Sonne Lebewohl sagen, die sie
doch bei der Feldmaus hatte von der Türe
aus sehen dürfen.
Pero ésta no volvió. Para aquel entonces ya se habría internado a gran distancia en los hermosos bosques verdes. Cuando llegó el otoño, Pulgarcita tenía ya su ajuar listo. El topo le dijo:
-Dentro de cuatro semanas tendrá lugar la boda.
Pulgarcita lloró, y dijo que nunca se casaría con el desagradable topo.
-¡Tonterías! -exclamó la rata de campo-. No seas porfiada, o te morderé. Es un topo muy buen mozo. Ni la reina usa terciopelos y pieles más hermosos. Su cocina y sus graneros están llenos de provisiones. Debieras estar agradecida por tan buena suerte. De modo, pues, que se fijó el día de la boda, en que el topo se llevaría a Pulgarcita a vivir con él a las profundidades de la tierra, donde nunca volvería a ver más el cálido sol que a él no le agradaba. La pobre niña se sentía muy desdichada ante la idea de decir adiós al hermoso sol, y como la rata de campo le había dado permiso para salir a la superficie, así lo hizo una vez más para despedirse del astro.