Da lebte
Allerleirauh lange Zeit recht armselig.
Ach, du schöne Königstochter,
wie soll's mit dir noch werden! Es geschah
aber einmal, daß ein Fest im Schloß
gefeiert ward, da sprach sie zum Koch: »Darf
ich ein wenig hinaufgehen und zusehen? Ich
will mich außen vor die Türe
stellen.«
Antwortete der Koch: »Ja, geh nur
hin, aber in einer halben Stunde mußt
du wieder hier sein und die Asche zusammentragen!«
Da nahm sie ihr Öllämpchen, ging
in ihr Ställchen, zog den Pelzrock
aus und wusch sich den Ruß von dem
Gesicht und den Händen ab, so daß
ihre volle Schönheit wieder an den
Tag kam. Dann machte sie die Nuß auf
und holte ihr Kleid hervor, das wie die
Sonne glänzte. Und wie das geschehen
war, ging sie hinauf zum Fest, und alle
traten ihr aus dem Weg, denn niemand kannte
sie, und meinten nicht anders, als daß
es eine Königstochter wäre. Der
König aber kam ihr entgegen, reichte
ihr die Hand und tanzte mit ihr und dachte
in seinem Herzen:"So schön haben
meine Augen noch keine gesehen." Als
der Tanz zu Ende war, verneigte sie sich,
und wie sich der König umsah, war sie
verschwunden, und niemand wußte wohin.
Die Wächter, die vor dem Schlosse standen,
wurden gerufen und ausgefragt, aber niemand
hatte sie erblickt.
Allí
vivía Bestia Peluda largo tiempo, llevando
una existencia miserable. ¡Ah, bella
princesa! ¿Qué va a ser de ti?
Pero sucedió un día que hubo
fiesta en palacio, y ella dijo al cocinero
- ¿puedo subir un ratito a verlo? Me
quedaré a mirarlo junto a la puerta.
Le respondió el cocinero
- puedes ir, si quieres, pero debes estar
de vuelta dentro de media hora para recoger
la ceniza.
Entonces cogió el candil, bajó
a la cuadrita, se quitó el abrigo de
piel y se lavó el hollín de
la cara y las manos, con lo que reapareció
su belleza en todo su esplendor. Abriendo
luego la nuez, sacó el vestido reluciente
como el sol y se lo puso, y, así ataviada,
subió a la sala donde se celebraba
la fiesta. Todos le dejaron libre paso, pues
nadie la conocía y la tomaron por una
princesa.
El rey salió a recibirla y, ofreciéndole
la mano, la invitó a bailar con él,
mientras pensaba en su corazón
-jamás mis ojos vieron una mujer tan
bella.
Terminado el baile, ella se inclinó
y, mirando alrededor el rey, había
desaparecido, y nadie sabía a donde.
Los centinelas de las puertas de palacio declararon,
al ser preguntados, que no la habían
visto entrar ni salir.