Das Konzert
war zu Ende, der Ball fing an. »Mit
ihr zu tanzen! - mit ihr!« das war
nun dem Nathanael das Ziel aller Wünsche,
alles Strebens; aber wie sich erheben zu
dem Mut, sie, die Königin des Festes,
aufzufordern? Doch! - er selbst wußte
nicht wie es geschah, daß er, als
schon der Tanz angefangen, dicht neben
Olimpia stand, die noch nicht aufgefordert
worden, und daß er, kaum vermögend
einige Worte zu stammeln, ihre Hand ergriff.
Eiskalt war Olimpias Hand, er fühlte
sich durchbebt von grausigem Todesfrost,
El concierto había terminado y el
baile comenzó. «¡Bailar
con ella..., bailar con ella!», era
ahora su máximo deseo, su máxima
aspiración, pero ¿cómo
tener el valor de invitarla a ella, la reina
de la fiesta?
Sin saber ni él mismo cómo,
se encontró junto a Olimpia, a quien
nadie había sacado aún; cuando
comenzaba el baile, y después de
intentar balbucir algunas palabras, tomó
su mano. La mano de Olimpia estaba helada
y él se sintió atravesado
por un frío mortal.
er starrte Olimpia ins Auge, das strahlte
ihm voll Liebe und Sehnsucht entgegen und
in dem Augenblick war es auch, als fingen
an in der kalten Hand Pulse zu schlagen
und des Lebensblutes Ströme zu glühen.
Und auch in Nathanaels Innerm glühte
höher auf die Liebeslust, er umschlang
die schöne Olimpia und durchflog mit
ihr die Reihen.
La miró fijamente a los ojos, que
irradiaban amor y deseo, y al instante le
pareció que el pulso empezaba a latir
en su fría mano y que una sangre
ardiente corría por sus venas. También
Nataniel sentía en su interior una
ardorosa voluptuosidad. Rodeó la
cintura de la hermosa Olimpia y cruzó
con ella la multitud de invitados.
- Er glaubte sonst recht
taktmäßig getanzt zu haben,
aber an der ganz eignen rhythmischen Festigkeit,
womit Olimpia tanzte und die ihn oft ordentlich
aus der Haltung brachte, merkte er bald,
wie sehr ihm der Takt gemangelt. Er wollte
jedoch mit keinem andern Frauenzimmer mehr
tanzen und hätte jeden, der sich Olimpia
näherte, um sie aufzufordern, nur
gleich ermorden mögen.
Creía haber bailado acompasadamente,
pero la rítmica regularidad con que
Olimpia bailaba y que algunas veces lo obligaba
a detenerse, le hizo observar enseguida
que no seguía los compases. No quiso
bailar con ninguna otra mujer, y hubiera
matado a cualquiera que se hubiese acercado
a Olimpia para solicitar un baile.
Hätte
Nathanael außer der schönen
Olimpia noch etwas andres zu sehen vermocht,
so wäre allerlei fataler Zank und
Streit unvermeidlich gewesen; denn offenbar
ging das halbleise, mühsam unterdrückte
Gelächter, was sich in diesem und
jenem Winkel unter den jungen Leuten erhob,
auf die schöne Olimpia, die sie mit
ganz kuriosen Blicken verfolgten, man konnte
gar nicht wissen, warum? Durch den Tanz
und durch den reichlich genossenen Wein
erhitzt, hatte Nathanael alle ihm sonst
eigne Scheu abgelegt. Er saß neben
Olimpia, ihre Hand in der seinigen und
sprach hochentflammt und begeistert von
seiner Liebe in Worten, die keiner verstand,
weder er, noch Olimpia.
Si Nataniel hubiera sido capaz de ver algo más que a Olimpia, no habría podido evitar alguna pelea, pues murmullos burlones y risas apenas sofocadas se escapaban de entre los grupos de jóvenes, cuyas curiosas miradas se dirigían a Olimpia sin que se pudiera saber por qué. Excitado por la danza y por el vino, había
perdido su natural timidez. Sentado junto
a Olimpia y con su mano entre las suyas,
le hablaba de su amor exaltado e inspirado
con palabras que nadie, ni él ni
Olimpia, habría podido comprender.
Doch diese vielleicht;
denn sie sah ihm unverrückt ins Auge
und seufzte einmal übers andere: »Ach
- Ach - Ach!« - worauf denn Nathanael
also sprach: »O du herrliche,
himmlische Frau! - du Strahl aus dem verheißenen
Jenseits der Liebe - du tiefes Gemüt,
in dem sich mein ganzes Sein spiegelt« und
noch mehr dergleichen, aber Olimpia seufzte
bloß immer wieder: »Ach, Ach!«
O quizá Olimpia sí, pues lo
miraba fijamente a los ojos y de vez en
cuando suspiraba:
-¡Ah..., ah..., ah...! A lo que Nataniel
respondía: -¡Oh, mujer celestial,
divina criatura, luz que se nos promete
en la otra vida, alma profunda donde todo
mi ser se mira...! -y cosas parecidas. Pero
Olimpia suspiraba y contestaba sólo:
-¡Ah..., ah...!