»Na«,
sagte die Frau, »ist das nun nicht
schön?«
»Ach ja«, sagte der Mann, »so
soll es auch bleiben, nun wollen wir in
dem schönen Schlosse wohnen und wollen
zufrieden sein.«
»Das wollen wir uns bedenken«,
sagte die Frau, »und wollen es beschlafen.«
Und damit gingen sie zu Bett.
Am andern Morgen wachte die Frau zuerst
auf, es wollte gerade Tag werden, und sie
sah aus ihrem Bette das herrliche Land vor
sich liegen. Der Mann reckte sich noch,
da stieß sie ihn mit dem Ellenbogen
in die Seite und sagte:»Mann, steh
auf und guck mal aus dem Fenster! Sieh,
könnten wir nicht König werden
über all das Land? Geh hin zum Butt,
wir wollen König sein!«
»Ach, Frau«, sagte der Mann,
»was sollen wir König sein! Ich
mag nicht König sein!«
»Na«, sagte die Frau, »willst
du nicht König sein, so will ich König
sein. Geh hin zum Butt, ich will König
sein.«
»Ach, Frau«, sagte der Mann,
»was willst du König sein? Das
mag ich ihm nicht sagen.«
»Warum nicht?«, sagte die Frau.
»Geh stracks hin, ich muß König
sein.«
-¡Qué!-
exclamó la mujer-. ¿No lo encuentras
hermoso? -Sí- asintió el marido,
-y así habrá de quedar. Viviremos
en este bello palacio, contentos y satisfechos.
-Eso ya lo veremos -replicó la mujer;
-lo consultaremos con la almohada-. Y se fueron
a dormir.
A la mañana siguiente, la esposa se
despertó la primera; acababa de nacer
el día, y desde la cama se dominaba
un panorama hermosísimo. El hombre
se estiró y se desperezó, y
ella, dándole con el codo en un costado,
le dijo
-levántate y asómate a la ventana.
¿Qué te parece? ¿No crees
que podríamos ser reyes de todas esas
tierras? ¡Anda, ve a tu rodaballo y
dile que queremos ser reyes!
-¡Bah, mujer! ¿Para qué
queremos ser reyes? A mí no me apetece
ser rey.
-Bueno -replicó ella, -si tú
no quieres ser rey, yo sí. Ve a buscar
el rodaballo y dile que quiero ser rey.
-Pero, mujer-, dijo el hombre, -¿por
qué te ha dado ahora por ser rey? Yo
esto no se lo quiero decir.
-¿Y por qué no?- dijo la mujer.
-Vas a ir inmediatamente. ¡Tengo que
ser rey.