Vogel
Phönix, kennst du ihn nicht? Den Vogel
des Paradieses, des Gesanges heiligen Schwan.
Auf dem Tespiskarren saß er wie ein
geschwätziger Rabe und schlug mit den
schwarzen, hefetriefenden Flügeln.
Über Islands Sängerharfe glitt
des Schwanes roter, klingender Schnabel;
auf Shakespeares Schultern saß er
wie Odins Rabe und flüsterte ihm ins
Ohr: Unsterblichkeit.
Beim Sängerfeste flog er durch der
Wartburg Rittersaal. Vogel Phönix!
Kennst du ihn nicht?
Er sang dir die Marsallaise vor, und du
küßtest die Feder, die aus seiner
Schwinge fiel. Im Paradiesesglanze kam er,
und du wandtest dich vielleicht fort und
dem Sperling zu, der mit Schaumgold auf
den Flügeln dasaß.
¡Ave
Fénix! ¿No la conoces? ¿El
ave del Paraíso, el cisne santo de
la canción? Iba en el carro de Thespis
en forma de cuervo parlanchín, agitando
las alas pintadas de negro y empapadas de
levadura.
El arpa del cantor de Islandia era pulsada
por el rojo pico sonoro del cisne; posada
sobre el hombro de Shakespeare, adoptaba
la figura del cuervo de Odin y le susurraba
al oído: ¡Inmortalidad!
Durante la fiesta de los cantores, revoloteaba
en la sala de cceremonias de la Wartburg.
¡Ave Fénix! ¿No la conoces?
Te cantó la Marsellesa, y tú
besaste la pluma que se desprendió
de su ala. Vino en todo el esplendor paradisíaco,
y tú le volviste tal vez la espalda
para contemplar el gorrión que tenía
espuma dorada en las alas.