Seite 10: Schneewittchen (Blancanieves)



Nun lag Schneewittchen lange lange Zeit in dem Sarg und verweste nicht, sondern sah aus, als wenn es schliefe, denn es war noch so weiß als Schnee, so rot als Blut, und so schwarzhaarig wie Ebenholz. Es geschah aber, daß ein Königssohn in den Wald geriet und zu dem Zwergenhaus kam, da zu übernachten. Er sah auf dem Berg den Sarg und das schöne Schneewittchen darin, und las, was mit goldenen Buchstaben darauf geschrieben war. Da sprach er zu den Zwergen:"Laßt mir den Sarg, ich will euch geben, was ihr dafür haben wollt."
Aber die Zwerge antworteten:"Wir geben ihn nicht um alles Gold in der Welt."
Da sprach er:"So schenkt mir ihn, denn ich kann nicht leben, ohne Schneewittchen zu sehen, ich will es ehren und hochachten wie mein Liebstes."
Wie er so sprach, empfanden die guten Zwerglein Mitleiden mit ihm und gaben ihm den Sarg.
Der Königssohn ließ ihn nun von seinen Dienern auf den Schultern forttragen. Da geschah es, daß sie über einen Strauch stolperten, und von dem Schüttern fuhr der giftige Apfelgrütz, den Schneewittchen abgebissen hatte, aus dem Hals. Und nicht lange, so öffnete es die Augen, hob den Deckel vom Sarg in die Höhe, und richtete sich auf, und war wieder lebendig.
" 'Ach Gott, wo bin ich?", rief es.
Der Königssohn sagte voll Freude:"Du bist bei mir", und erzählte, was sich zugetragen hatte und sprach:"Ich habe dich lieber als alles auf der Welt; komm mit mir in meines Vaters Schloß, du sollst meine Gemahlin werden."
Da war ihm Schneewittchen gut und ging mit ihm, und ihre Hochzeit ward mit großer Pracht und Herrlichkeit angeordnet.
Y así estuvo Blancanieves mucho tiempo, reposando en su ataúd, sin descomponerse, como dormida, pues seguía siendo blanca como la nieve, roja como la sangre y con el cabello negro como ébano.
Sucedió, empero, que un príncipe que se había metido en el bosque, se dirigió a la casa de los enanitos, para pasar la noche. Vio en la montaña el ataúd que contenía a la hermosa Blancanieves y leyó la inscripción grabada con letras de oro.
Dijo entonces a los enanos
- dadme el ataúd, os pagaré por él lo que me pidáis.
Pero los enanos contestaron.
- ni por todo el oro del mundo lo venderíamos.
- En tal caso, regaládmelo - propuso el príncipe -, pues ya no podré vivir sin ver a Blancanieves. La honraré y reverenciaré como a lo que más quiero.
Al oír estas palabras, los enanitos sintieron compasión del príncipe y le regalaron el féretro.
El príncipe mandó que sus criados lo transportasen en hombros. Pero ocurrió que en el camino tropezaron con una mata, y de la sacudida saltó del cuello de Blancanieves el bocado de la manzana envenenada, que había mordiscado. Y, al poco rato, la princesa abrió los ojos y recobró la vida.
Levantó la tapa del ataúd, se incorporó y volvió en sí.

- ¡Dios Santo!, ¿dónde estoy?- exclamó.
Y el príncipe le respondió, loco de alegría
- estás conmigo - y, después de explicarle todo lo ocurrido, le dijo
- te quiero más que a nadie en el mundo. Vente al castillo de mi padre y serás mi esposa.
Accedió Blancanieves y se marchó con él al palacio, donde enseguida se dispuso la boda, que debía celebrarse con gran magnificencia y esplendor.

Vokabular
verwesen = descomponerse
übernachten = pasar la noche
ehren und hochachten = honrar y reverenciar
der Diener = el criado
stolpern über = tropezar con
abbeißen = mordiscar
sich aufrichten = incorporarse





contacto pie de imprenta declaración de privacidad