So antwortete
der Spiegel:
" Frau Königin, Ihr seid die Schönste
im Land."
Da war sie zufrieden, denn sie wußte,
daß der Spiegel die Wahrheit sagte.
Schneewittchen aber wuchs heran und wurde
immer schöner, und als es sieben Jahre
alt war, war es so schön wie der klare
Tag, und schöner als die Königin
selbst. Als diese einmal ihren Spiegel fragte:
" Spieglein, Spieglein an der Wand,
wer ist die Schönste im ganzen Land?",
so antwortete er:
" Frau Königin, Ihr seid die Schönste
hier, aber Schneewittchen ist tausendmal
schöner als Ihr."
Da erschrak die Königin und ward gelb
und grün vor Neid. Von Stund an, wenn
sie Schneewittchen erblickte, kehrte sich
ihr das Herz im Leibe herum, so haßte
sie das Mädchen. Und der Neid und Hochmut
wuchsen wie ein Unkraut in ihrem Herzen
immer höher, daß sie Tag und
Nacht keine Ruhe mehr hatte.
Da rief sie einen Jäger und sprach:"Bring
das Kind hinaus in den Wald, ich wills nicht
mehr mit meinen Augen sehen. Du sollst es
töten und mir Lunge und Leber zum Wahrzeichen
mitbringen."
Der Jäger gehorchte und führte
es hinaus, und als er den Hirschfänger
gezogen hatte und Schneewittchens unschuldiges
Herz durchbohren wollte, fing es an zu weinen
und sprach:"Ach, lieber Jäger,
laß mir mein Leben; ich will in den
wilden Wald laufen und nimmermehr wieder
heim kommen."
Und weil es so schön war, hatte der
Jäger Mitleid und sprach:"So lauf
hin, du armes Kind."
" Die wilden Tiere werden dich bald
gefressen haben", dachte er, und doch
wars ihm, als wär ein Stein von seinem
Herzen gewälzt, weil er es nicht zu
töten brauchte. Und als gerade ein
junger Frischling dahergesprungen kam, stach
er ihn ab, nahm Lunge und Leber heraus,
und brachte sie als Wahrzeichen der Königin
mit. Der Koch mußte sie in Salz kochen,
und das boshafte Weib aß sie auf und
meinte, sie hätte Schneewittchens Lunge
und Leber gegessen.
Y el espejo
le contestaba
-señora reina, usted es la más
hermosa en todo el país.
Entonces ella quedaba satisfecha, pues sabía
que el espejo decía la verdad.
Blancanieves fue creciendo y se hacía
más bella cada día. Cuando cumplió
los siete años, era tan hermosa como
la luz del día, y mucho más
que la misma reina.
Al preguntar ésta un día al
espejo
-espejito en la pared, dime una cosa:
¿quién es de este país
la más hermosa?,
respondió el espejo:
-señora reina, aquí, usted es
la más hermosa,
pero Blancanieves es mil veces más
bella que usted.
Se espantó la reina, palideciendo de
envidia, y, desde entonces, cada vez que veía
a Blancanieves sentía revolvérsele
el corazón; tal era el odio que abrigaba
contra ella. Y la envidia y la soberbia, como
las malas hierbas, crecían cada vez
más altas en su alma, no dejándole
un instante de reposo, de día ni de
noche.
Finalmente, llamó un día a un
cazador y le dijo
- ¡llévate a la niña al
bosque! no quiero tenerla más tiempo
ante mis ojos. La matarás, y en prueba
de haber cumplido mi orden, me traerás
sus pulmones y su hígado.- Obedeció
el cazador y se marchó al bosque con
la muchacha. Pero cuando se disponía
a clavar su cuchillo de monte en el inocente
corazón de la niña, se echó
ésta a llorar y dijo
- ¡piedad, buen cazador, déjame
vivir! Me quedaré en el bosque y jamás
volveré a palacio.
Y era tan hermosa, que el cazador, apiadándose
de ella, le dijo
- ¡márchate, pues, pobrecilla!
- y pensó:«No tardarán
las fieras en devorarte». Y, sin embargo,
le pareció como si se le quitase una
piedra del corazón al no tener que
matarla. Y como acertara a pasar por allí
un jabatillo, lo degolló, le sacó
los pulmones y el hígado, y se los
llevó a la reina como prueba de haber
cumplido su mandato. La perversa mujer los
entregó al cocinero para que se los
guisara, y se los comió convencida
de que comía los pulmones y el hígado
de Blancanieves.