Nun war
einmal eine Jungfrau, die hieß Jorinde;
sie war schöner als alle andere Mädchen.
Die und dann ein gar schöner Jüngling
namens Joringel hatten sich zusammen versprochen.
Sie waren in den Brauttagen, und sie hatten
ihr größtes Vergnügen eins
am andern. Damit sie nun einsmalen vertraut
zusammen reden könnten, gingen sie
in den Wald spazieren.
»Hüte dich«, sagte Joringel,
»daß du nicht so nahe ans Schloß
kommst.«
Es war ein schöner Abend, die Sonne
schien zwischen den Stämmen der Bäume
hell ins dunkle Grün des Waldes, und
die Turteltaube sang kläglich auf den
alten Maibuchen.
Vivía
también por aquel entonces una doncella
llamada Yorinda, era más hermosa que
ninguna.
Era la prometida de un doncel, muy apuesto
también, que tenía por nombre
Yoringuel.
Se hallaban en lo mejor de su noviazgo, y
nada les gustaba tanto como estar juntos.
Para poder hablar a solas, se fueron un día
a pasear por el bosque. -
¡Guárdate bien - dijo Yoringuel
- de acercarte demasiado al castillo!
Era un bello atardecer; el sol brillaba entre
los troncos de los árboles, bañando
con su luz el verde de la selva, y la tórtola
cantaba su lamento desde lo alto de las viejas
hayas.