Der arme 
                                      Kleine fiel einigemal tüchtig auf die 
                                      Nase; doch ließ er sich nicht abschrecken, 
                                      den Versuch zu wiederholen, und endlich 
                                      glückte es. Wie ein Rad fuhr er auf 
                                      seinem Absatz herum, wünschte sich 
                                      in die nächste große Stadt, und 
                                      - die Pantoffeln ruderten hinauf in die 
                                      Lüfte, liefen mit Windeseile durch 
                                      die Wolken, und ehe sich der kleine Muck 
                                      noch besinnen konnte, wie ihm geschah, befand 
                                      er sich schon auf einem großen Marktplatz, 
                                      wo viele Buden aufgeschlagen waren und unzählige 
                                      Menschen geschäftig hin und her liefen. 
                                      
                                      Er ging unter den Leuten hin und her, hielt 
                                      es aber für ratsamer, sich in eine 
                                      einsamere Straße zu begeben; denn 
                                      auf dem Markt trat ihm bald da einer auf 
                                      die Pantoffeln, daß er beinahe umfiel, 
                                      bald stieß er mit seinem weit hinausstehenden 
                                      Dolch einen oder den anderen an, daß 
                                      er mit Mühe den Schlägen entging. 
                                    
El pobre 
                                    pequeño dio aparatosamente unas veces 
                                    de narices, pero no le asustó, repitió 
                                    la prueba y por fin salió bien. Como 
                                    una rueda giró sobre el tacón, 
                                    formuló el deseo de dirigirse a la 
                                    ciudad más cercana, y las babuchas 
                                    se elevaron por el aire, corrieron con la 
                                    velocidad del viento por las nubes y antes 
                                    de que se pudiese dar cuenta de cómo 
                                    había sucedido, se encontró 
                                    en un gran mercado, donde estaban montados 
                                    muchos puestos e innumerables personas iban, 
                                    muy ocupadas, de acá para allá. 
                                    
                                    Anduvo dando vueltas entre la gente, pero 
                                    pronto consideró más oportuno 
                                    retirarse a una calle menos transitada, porque 
                                    en el mercado o bien uno le pisaba la babucha 
                                    de tal modo que estuvo a punto de caerse, 
                                    o bien chocaba alguno con su daga que por 
                                    poco se libraba de que le golpearan.