Nach etwas
Besserem, als dem Augenblicklichen, sehne
ich mich, ja, nach etwas Besserem, dem Besten,
aber wo und was ist das? Im Grunde weiß
ich wohl, was ich will: ich will zu einem
glücklichen Ziel, dem glücklichsten
von allen!" Und, wie das Wort ausgesprochen
war, war er wieder in seinem Heim. Die langen,
weißen Gardinen hingen vor den Fenstern
herab, und mitten auf dem Fußboden
stand der schwarze Sarg. In diesem lag er
im stillen Todesschlafe. Sein Wunsch war
erfüllt, der Körper ruhte, der
Geist reiste. "Preise niemand glücklich
vor seinem Tode", Solons Wort, hier
bewies es wieder einmal seine Gültigkeit.
Jede Leiche ist der Unsterblichkeit Sphinx;
auch die Sphinx hier in dem schwarzen Sarge
gab keine Antwort auf das, was der Lebende
zwei Tage vorher niedergeschrieben hatte.
Quiero algo
que sea mejor que lo que tengo en aquel momento;
pero, ¿qué es y dónde
está?
En el fondo sé bien lo que quiero:
llegar a un fin feliz, el más feliz
de todos».
No bien había pronunciado este deseo,
se encontró en su patria, en su hogar;
las largas cortinas blancas colgaban ante
las ventanas, y en el suelo, en el centro
de la habitación, había el negro
ataúd, en el cual dormía él
el sueño de la muerte.
Su deseo quedaba cumplido: el cuerpo reposaba,
y el alma viajaba. «No creas que nadie
sea feliz antes de estar en la tumba»
-tales fueron las palabras de Solón;
y aquí se confirmaba su verdad. Todo
cadáver es una esfinge de la inmortalidad.
La esfinge tendida en aquel féretro
tampoco nos respondió a lo que el vivo
había escrito dos días antes:
.