Hierauf
glaubte er sich in einer engen Nadelbüchse
eingeschlossen, die voller spitziger Nadeln
war.
"Das ist bestimmt das Herz einer alten
unverheirateten Jungfrau!", musste
er denken, aber das war nicht der Fall;
es war ein ganz junger Militär mit
mehreren Orden, ein Mann der, wie man zu
sagen pflegt, Geist und Herz just auf dem
rechten Fleck hat. Ganz betäubt kam
der arme Sünder von Hülfsarzt
aus dem letzten Herzen in der Reihe. Er
vermochte kaum, seine Gedanken zu ordnen
und dachte, dass seine allzufeurige Phantasie
mit ihm durchgegangen sei.
"Herr Gott", seufzte er, "ich
habe bestimmt Anlage dazu, den zu verlieren.
Hier drinnen ist es auch unverzeihlich heiß!
Das Blut steigt mir zu Kopf!"
Und nun erinnerte er sich plötzlich
der großen Begebenheit von gestern
Nacht, wie er mit dem Kopfe zwischen den
Eisenstangen vor dem Hospital fest gesessen
hatte. "Dabei habe ich mir sicherlich
etwas geholt!", meinte er. "Ich
muss bei Zeiten etwas dagegen tun. Russisches
Bad würde vielleicht gut tun. Wenn
ich nur erst auf dem obersten Brett läge!"
Luego
se creyó estar encerrado en un estrecho
alfiletero lleno de punzantes alfileres.
«Seguramente es el corazón
de una solterona» tuvo que pensar.
Pero no fue así; era el de un joven
guerrero, poseedor de numerosas condecoraciones
y de quien se decía que tenía
el alma y el corazón bien puestos.
Completamente desconcertado salió
el pobre pecador del último corazón
de la serie. No era capaz de ordenar sus
pensamientos, y pensó que su excesiva
imaginación le había jugado
una mala pasada.
«¡Dios mío! -suspiró-,
debo tener propensión a volverme
loco. Además, aquí hace un
calor asfixiante. La sangre se me sube a
la cabeza».
Entonces se acordó de su peripecia
de la noche anterior, cuando la cabeza se
le había quedado aprisionada entre
las barras de hierro delante del hospital.
«¡Allí me cogí
algo, de seguro! -pensó-. Tengo que
ponerle remedio cuanto antes. Un baño
ruso me aliviaría. ¡Si pudiese
estar ahora en la tabla más alta
del baño de vapor!».