Seite 17: Die Galoschen des Glücks |
Dritte Geschichte
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Des Wächters Abenteue.
Ja, solche
Verse schreibt man, wenn man verliebt ist,
aber ein besonnener Mann läßt
sie nicht drucken. Leutnant, Liebe und Armut,
das ist ein Dreieck, oder auch, das ist
die Hälfte des zerbrochenen Glückswürfels.
Das fühlte der Leutnant auch, und darum
legte er sein Haupt gegen den Fensterrahmen
und seufzte ganz tief:"Der armselige
Wächter auf der Straße draußen
ist weit besser daran als ich! Er kennt
nicht, was ich Mangel nenne. Er hat ein
Heim, Frau und Kinder, die mit ihm im Kummer
weinen und sich mit seiner Freude freuen!
O, ich wäre glücklicher, als ich
bin, könnte ich seine Person und Denkweise
annehmen, denn er ist glücklicher als
ich!"
In demselben Augenblick war der Wächter
wieder Wächter, denn durch die Galoschen
des Glückes war er zum Leutnant geworden;
aber, wie man sieht, fühlte er sich
noch viel weniger zufrieden und wollte doch
lieber das sein, was er eigentlich war.
Also der Wächter war wieder Wächter.
"Das war ein hässlicher Traum!",
sagte er, "aber merkwürdig genug.
Mir war, als sei ich der Leutnant da oben,
und das war durchaus kein Vergnügen.
Ich entbehrte Mutter und die Kleinen, die
immer bereit sind, mir die Augen herauszuküssen!"
Poesías
así sólo se escriben cuando
se está enamorado; pero un hombre
sensato no deja imprimirlas. Teniente, amor
y pobreza, eso es un triángulo o,
lo que viene a ser lo mismo, la mitad del
dado roto de la felicidad. Esto, el teniente
también lo experimentaba, y por eso
suspiraba con la cabeza apoyada contra el
marco de la ventana. «Ese pobre vigilante
de la calle es mucho más feliz que
yo; no conoce lo que yo llamo la penuria;
tiene un hogar, mujer e hijos, que lloran
con sus penas y gozan con sus alegrías.
¡Ah, cuánto más feliz
sería yo si pudiese cambiarme con
él, y avanzar por la vida enfrentándome
con sus exigencias y sus esperanzas! ¡Sin
duda es más feliz que yo!».
En el mismo instante el vigilante volvió
a ser vigilante, pues con los chanclos de
la suerte se había transformado en
el teniente, pero, según hemos visto,
se sintió desdichado y deseó
ser lo que poco antes era. Y de este modo
el vigilante pasó de nuevo a ser
vigilante. «Ha sido un sueño
muy desagradable -dijo-, pero bastante raro.
Me pareció que era el teniente de
arriba, y, sin embargo, no me dio ningún
gusto. Echaba en falta a mi mujercita y
los chiquillos, que me aturden con sus besos».