Als aber
der Wächter sie anblickte und davon
sprach, was sie beide miteinander erlebt
hatten in Regen und Schneegestöber,
in den hellen, kurzen Sommernächten
und wenn der Schnee trieb, so dass es ihm
wohltat, wieder in den Keller zu gelangen,
da war für die alte Laterne wieder
alles in Ordnung, denn wovon er sprach,
das erblickte sie, als ob es noch immer
da wäre. Ja, der Wind hatte sie inwendig
wahrlich gut erleuchtet.
Pero mientras
el farolero lo miraba, empezó a hablar
de lo que habían pasado juntos, bajo
la lluvia y la ventisca, en las claras y breves
noches de verano y en la época de las
nieves, en que tanto había deseado
él regresar a su sótano; en
ese momento para el farol todo estuvo perfectamente,
pues veía todo lo que el otro contaba,
como si estuviese allí mismo. Realmente
el viento lo había iluminado por dentro.
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