Er beugte
seine Knie und betete fromm und innig, da
war es, als würde die stille Waldnatur
zu einer heiligen Kirche geweiht. Die Vögel
begannen zu singen, als gehörten sie
mit zu der neuen Gemeinde, die wilden Krauseminzen
dufteten, als wollten sie Ambra und Räucherwerk
ersetzen, und laut verkündete er die
Worte der Schrift:»Das Licht von oben
hat uns heimgesuchet, um zu leuchten denen,
die in der Finsternis wandeln, und ihre
Füße zu leiten auf dem Wege des
Friedens.« Und er sprach von der Sehnsucht
der Geschöpfe, und während er
sprach, stand das Pferd, das sie in wildem
Lauf getragen hatte, still und scharrte
zwischen den langen Brombeerranken so, daß
die reifen, saftigen Beeren in Klein-Helgas
Schoß fielen, sich selbst zur Erquickung
anbietend.
Se hincó
de rodillas y rezó con piedad y fervor.
Y fue como si la silenciosa naturaleza se
trocase en una iglesia santa. Los pájaros
se pusieron a cantar, como si perteneciesen
a la nueva parroquía, la menta silvestre
exhalaba un intenso aroma, como para reemplazar
el de ámbar y el incienso. Él
anunciaba en voz alta la palabra de las
Escrituras: «La luz de lo alto nos
ha visitado para iluminar a aquellos que
se hallan sumidos en las sombras de la muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino
de la paz». Y habló del anhelo
de las criaturas, y mientras hablaba, el
caballo, que en veloz carrera lo había
llevado hasta allí, permanecía
inmóvil, restregando en los largos
zarcillos de la zarza, de modo que las jugosas
zarzamoras caían en la mano de Helga,
ofreciéndole algo con que calmar
el hambre.