Und sie
blieben; die Alten saßen in ihrem
Neste auf dem schlanken Minarett, pflegten
der Ruhe und hatten genug damit zu tun,
ihre Federn zu glätten und mit dem
Schnabel die roten Strümpfe zurechtzuzupfen.
Ab und an reckten sie die Hälse, grüßten
gravitätisch und hoben die Köpfe
mit der hohen Stirn und den feinen, glatten
Federn, und ihre braunen Augen leuchteten
klug.
Die Storchfräulein gingen gravitätisch
im saftigen Schilfe umher, lugten heimlich
zu den jungen Störchen hinüber,
machten Bekanntschaften und verschluckten
bei jedem dritten Schritt einen Frosch oder
schwenkten eine kleine Schlange hin und
her; das nähme sich gut aus, fanden
sie, und schmecken tat es auch.
Die jungen Männer fingen Händel
an, pufften einander mit den Flügeln,
schlugen mit den Schnäbeln um sich,
ja stachen sich wohl sogar blutig, und dann
verlobte sich hier einer und da eine, das
war ja schließlich auch der Sinn des
Lebens.
Y se quedaron.
Los viejos se posaron en su nido, en la cúspide
del esbelto minarete, y se entregaron al descanso,
aunque bastante tenían que hacer con
alisarse las plumas y rascarse las rojas medias
con el pico. De vez en cuando extendían
el cuello, y, saludando gravemente, levantaban
las cabeza, de frente elevada y finas plumas.
En sus ojos pardos brillaba la inteligencia.
Las señoritas cigüeñas
paseaban con aire grave por entre los jugosos
juncos, mirando de reojo a los jóvenes
congéneres. De este modo se trababan
amistades, y a cada tres pasos se tragaban
una rana o cogían una culebrina y la
balanceaban de un lado a otro, con movimientos
de la cabeza que ellas creían graciosos;
en todo caso, el botín les sabía
a gloria.
Los jóvenes machos armaban mil pendencias,
golpeándose con las alas, atacándose
unos a otros con el pico hasta hacerse sangre.
Y después se prometían los señoritos
y las damitas. Al fin y al cabo, éste
era el objetivo de su vida.