Seite 40: Der Zwerg Nase (El enano Narizotas)



Oft ließ er mitten unter der Tafel den Küchenmeister und den Zwerg Nase rufen, setzte den einen rechts, den anderen links zu sich und schob ihnen mit seinen eigenen Fingern einige Bissen der köstlichsten Speisen in den Mund, eine Gnade, welche sie beide wohl zu schätzen wußten.
Der Zwerg war das Wunder der Stadt. Man erbat sich flehentlich Erlaubnis vom Oberküchenmeister, den Zwerg kochen zu sehen, und einige der vornehmsten Männer hatten es so weit gebracht beim Herzog, daß ihre Diener in der Küche beim Zwerg Unterrichtsstunden genießen durften, was nicht wenig Geld eintrug; denn jeder zahlte täglich einen halben Dukaten. Und um die übrigen Köche bei guter Laune zu erhalten und sie nicht neidisch auf ihn zu machen, überließ ihnen Nase dieses Geld, das die Herren für den Unterricht ihrer Köche zahlen mußten.

A menud hacía llamar en medio del banquete al maestro de cocina y al enano Narizotas, sentaba a uno a su derecha y al otro a su izquierda, y con sus propios dedos les metía en la boca algunos trozos de los sabrosos manjares, una gracia que ambos sabían apreciar.
El enano era la maravilla de la ciudad. Se suplicaba encarecidamente el permiso del maestro primero de cocina para ver cocinar al enano, y algunos de los señores más distinguidos habían conseguido incluso del duque que sus servidores pudiesen recibir clases particulares del enano en la cocina, lo cual había entrar no poco dinero, porque pagaban al día medio ducado. Y, para tener de buen humor a los demás cocineros y para que no le envidiesen, Narizotas les repartía el dinero que los señores tenían que pagar por las clases que daba a sus cocineros.

Vokabular
die Gnade = la gracia
flehentlich = encarecidamente
bei guter Laune erhalten = tener de buen humor
neidisch sein = envidiar





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