Sang das
blinde Mädchen in vollem Glauben. Die
vier grünen Blätter vom Baume
der Sonne hatte sie Wind und Wetter übergeben,
um sie als Brief und Gruß an ihre
Brüder gelangen zu lassen, und sie
war dessen ganz sicher, daß ihr Wunsch
sich erfüllen würde, ja, und auch
das Juwel würde sich finden, das alle
irdische Herrlichkeit überstrahlte;
von der Menschheit Stirn würde es bis
zu ihres Vaters Haus leuchten.
"Bis zu meines Vaters Hause",
wiederholte sie, "ja, auf der Erde
ist des Edelsteines Stätte, und mehr
als die Überzeugung davon bringe ich
mit. Ich spüre, bereite seine Glut,
stärker und stärker schwillt sie
in meiner geschlossenen Hand. Jedes Wahrheitskörnchen,
so fein, daß der scharfe Wind es tragen
und mit sich fahren konnte, fing ich auf
und bewahrte es. Ich ließ es vom Dufte
alles Schönen durchdringen, und es
gibt in der Welt soviel davon, selbst für
Blinde. Ich nahm den Klang vom Herzschlage
guter Menschen und legte ihn dazu. Staubkörnchen
sind alles, was ich bringe, aber doch der
Staub jenes Edelsteines in reicher Fülle,
meine ganze Hand ist voll davon", und
sie streckte sie aus - dem Vater entgegen.
Sie war in der Heimat; mit der Schnelle
des Gedankenfluges hatte sie sie erreicht,
während sie den unsichtbaren Faden
nach ihres Vaters Hause nicht fahren ließ.
Sí,
cantaba la ciega, llena de confianza. Había
dado las cuatro hojas del árbol del
sol al viento y al tiempo, para que las llevasen
a sus hermanos a manera de cartas y saludos,
segura de que su deseo sería satisfecho;
y estaba persuadida también de que
encontraría la joya en la que se encerraba
toda la belleza del mundo. Desde la frente
de la Humanidad enviaría sus rayos
hasta la casa de su padre.
-A la casa de mi padre - repitió. Sí,
la piedra preciosa está en la tierra,
de ello estoy segura.
Siento su ardor; que crece por momentos en
mi mano cerrada.
He captado y guardado cada granito de verdad,
tan pequeño que volaba en alas del
viento.
Dejé que lo impregnara el aroma de
la belleza.
¡Hay tanta en el mundo, incluso para
el ciego!
Recogí el acorde del corazón
humano, cuando palpitaba movido por la bondad,
y le añadía lo demás.
Lo que traigo son granitos de polvo, pero
en ellos hay el polvo de la piedra preciosa
buscada. ¡Tengo llena la mano!
Y la alargó hacia su padre. Estaba
en su patria. Había vuelto a ella en
alas del pensamiento, sin soltar jamás
el hilo invisible que le servía de
guía.