In der
Geheimkammer des Schlosses lag der Erde
größter Schatz:"Das Buch
der Wahrheit". Blatt für Blatt
las er es. Das war ein Buch, in dem jedweder
Mensch zu lesen vermag, aber nur stückweise.
Für manches Auge zittert die Schrift,
so daß es nicht möglich ist,
die Buchstaben zu entziffern. Auf einzelnen
Blättern verblaßt die Schrift
und verschwindet fast, so daß man
ein leeres Blatt zu sehen vermeint. Je weiser
man ist, desto mehr kann man lesen, und
der Weiseste liest das Allermeiste.
Der Weise wußte das Licht der Sterne,
der Sonne, der verborgenen Kräfte und
des Geistes zu sammeln. Im Glanze dieses
verstärkten Lichtscheins trat bei ihm
noch mehr von der Schrift hervor, jedoch
bei dem Abschnitt des Buches: "Das
Leben nach dem Tode" war auch nicht
ein Tipfelchen mehr zu sehen. Das betrübte
ihn; sollte es keine Macht geben, die ihn
hier auf Erden ein Licht finden hieße,
bei dessen Scheine sichtbar wurde, was hier
im Buche der Wahrheit stand?
En la cámara
secreta del palacio se guardaba el más
precioso tesoro de la tierra: «El libro
de la verdad». Lo leía hoja tras
hoja. Era un libro que puede leer cualquiera,
aunque sólo a fragmentos.
Ante algunos ojos las letras bailan y no dejan
descifrar las palabras. En algunas páginas
la escritura se destiñe y casi desaparece,
así que se cree ver una hoja en blanco.
Cuanto más sabio se es, tanto mejor
se puede leer, y el más sabio es el
que lee la mayor parte.
El sabio podía concentrar la luz de
las estrellas, la del sol, la de las fuerzas
ocultas y la del espíritu.
Con todo este brillo se le hacía aún
más visible la escritura de las hojas.
Mas en el capítulo titulado «La
vida después de la muerte» no
se distinguía ni la menor manchita.
Aquello lo acongojaba.
¿No conseguiría encontrar acá
en la terra una luz que le hiciese visible
lo que decía «El libro de la
verdad».