Sie verließen
die Höhle, aber was tat Hans die Augen
auf, als er aus der Finsternis heraus in
das Tageslicht kam und den grünen Wald,
Blumen und Vögel und die Morgensonne
am Himmel erblickte. Er stand da und staunte
alles an, als wenn er nicht recht gescheit
wäre. Die Mutter suchte den Weg nach
Haus, und als sie ein paar Stunden gegangen
waren, so kamen sie glücklich in ihr
einsames Tal und zu ihrem Häuschen.
Der Vater saß unter der Türe,
er weinte vor Freude, als er seine Frau
erkannte und hörte, daß Hans
sein Sohn war, die er beide längst
für tot gehalten hatte. Aber Hans,
obgleich erst zwölf Jahr alt, war doch
einen Kopf größer als sein Vater.
Sie gingen zusammen in das Stübchen,
aber kaum hatte Hans seinen Sack auf die
Ofenbank gesetzt, so fing das ganze Haus
an zu krachen, die Bank brach ein und dann
auch der Fußboden, und der schwere
Sack sank in den Keller hinab.
»Gott behüte uns«, rief
der Vater, »was ist das? Jetzt hast
du unser Häuschen zerbrochen.«
Abandonaron
la caverna. ¡Qué ojos abrió
el niño al pasar de las tinieblas a
la luz del día y contemplar el verde
bosque con sus flores y pájaros, y
el sol matutino en el cielo! Se quedó
inmóvil de asombro, como si no estuviese
en sus cabales.
La madre buscó el camino de su casa,
y al cabo de un par de horas de andar, llegaron,
felizmente, a su solitario valle y a su casita.
El padre, que estaba sentado a la puerta,
lloró de alegría al reconocer
a su esposa y saber que Juan era su hijo,
pues los había dado por muertos a ambos
desde hacía muchos años. Juan,
a pesar de que no tenía más
que doce, le llevaba a su padre toda la cabeza.
Juntos entraron en la casita, y al dejar Juan
el saco en el asiento adosado a la chimenea,
todo el edificio empezó a crujir; el
banco se partió y también el
suelo, y el pesado saco cayó al sótano.
- ¡Dios nos ampare! - exclamó
el padre .
- ¿Qué es esto? Has destruido
nuestra casita..