»Gerne«,
antwortete der kleine Mann, »nimm
du nur den Stamm auf deine Schulter, ich
will die Äste mit dem Gezweig aufheben
und tragen, das ist doch das schwerste.«
Der Riese nahm den Stamm auf die Schulter,
der Schneider aber setzte sich auf einen
Ast, und der Riese, der sich nicht umsehen
konnte, mußte den ganzen Baum und
das Schneiderlein noch obendrein forttragen.
Es war dahinten ganz lustig und guter Dinge,
pfiff das Liedchen »Es ritten drei
Schneider zum Tore hinaus«, als wäre
das Baumtragen ein Kinderspiel. Der Riese,
nachdem er ein Stück Wegs die schwere
Last fortgeschleppt hatte, konnte nicht
weiter und rief: »Hör, ich muß
den Baum fallen lassen.« Der Schneider
sprang behendiglich herab, faßte den
Baum mit beiden Armen, als wenn er ihn getragen
hätte, und sprach zum Riesen: »Du
bist ein so großer Kerl und kannst
den Baum nicht einmal tragen.«
Con mucho gusto -respondió el hombrecito-; tú cárgate el tronco al hombro; yo me encargo del ramaje, que es lo más pesado. Acomodóse el gigante el tronco sobre el hombro; pero sastre se sentó sobre una rama, con lo que el gigante, que no podía volverse, hubo de transportar el árbol entero, amén del sastrecillo, montado en él. Éste, la mar de animado, iba silbando alegremente aquella canción: «Salieron tres sastres a caballo», como si eso de llevar robles a cuestas fuese un juego de niños. Así fueron durante un trecho, y, al cabo, el gigante, extenuado de transportar la pesada carga, gritó: - ¡Eh, tú! ¡Cuidado, que voy a soltar el árbol! El sastre saltó al suelo con presteza y, cogiendo el roble con ambos brazos, como si hubiese estado sosteniéndolo todo el rato, dijo al gigante: - ¿Un grandullón como tú no es capaz ni siquiera de llevar un árbol?
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