Una obra literaria no puede ser la mera presentación de
una visión del mundo y por lo tanto, esa pregunta famosa,
qué quiere decir el autor con su obra, es una perfecta
tontería porque el autor no quiere decir nada. Si nos
quisiera decir algo podría hacerlo con palabras claras
y simples y no haría falta meterlo en una novela, en un poema
etc., para que el lector pudiese descifrar el enigma. Una
obra literaria es la expresión de lo no-idéntico, es la
expresión de lo que no se puede describir con palabras.
Si el Fausto fuera la mera presentación de una visión
del mundo, sería una obra muy débil. La mayoría de las
interpretaciones ven en el Fausto la presentación de una
visión de la humanidad, tratan de reducirlo al
"hilo conductor" y son, por lo tanto, erróneas. Igual de idiota
es la discusión, también famosa, sobre si la literatura debe ser un mundo
por sí, l 'art pour l 'art, aislado de cualquier contexto
social, porque esto no existe. La literatura no explica
el mundo pero describe las sensaciones que el individuo
siente frente a los hechos sociales; es decir, no es algo fuera de él. No es ni la presentación de una visión del mundo, pero
tampoco, l ' art pour l 'art, fuera de cualquier contexto
social. Algo mucho más verdadero dijo Mario Vargas Llosa
en su conocido libro "Historia de un deicidio".
"ESCRIBIR novelas es un acto de rebelión contra la
realidad, contra Dios, contra la creación de Dios que
es la realidad. Es una tentativa de corrección, cambio
o abolición de la realidad real, de su sustitución por
la realidad ficticia que el novelista crea. Éste es un
disidente: crea vida ilusoria, crea mundos verbales porque
no acepta la vida y el mundo tal como son (o como cree
que son). La raíz de su vocación es un sentimiento de
insatisfacción contra la vida; cada novela es un deicidio
secreto, un asesinato simbólico de la realidad."
El hilo conductor
Si miramos de cerca el "hilo conductor" en el Fausto, la apuesta
entre Dios y Mefistófeles, nos damos cuenta que no es realmente
un concepto suficientemente fuerte porque hay cantidad de ambigüedades
y contradicciones. La primera contradicción es que no
Mefistófeles salva el Fausto porque el Fausto no sabía
como salir de su situación y de su vida estéril y sin
Mefistófeles se hubiera suicidado. Pero más grave todavía,
la idea principal sufre una modificación importante. No
hace falta ningún Mefistófeles para empujar al Fausto,
Mefistófeles no es la causa de su inquietud. Lo que hace
Mefistófeles es empujar al Fausto a hacer cosas que no
son aceptables moralmente. A lo largo de la tragedia el
problema principal del Fausto, su decepción, se convierte
en un problema de tipo moral. Se entremezclan dos cosas
muy distintas. El "hilo conductor" no es realmente una idea
unificadora y la obra no saca su fuerza de este hilo
sino de sus partes aisladas que, muy a menudo, no tienen
nada que ver con aquel. Por lo tanto, discutiremos sobre el Fausto de una manera menos sistemática, presentando
versos aislados. A lo mejor el mismo Goethe no veía el
Fausto como una obra homogénea, porque en esta obra podemos encontrar versos como:
DIREKTOR:
DIRECTOR
Wird vieles vor
den Augen abgesponnen,
So daß die Menge staunend gaffen kann,
Da habt Ihr in der Breite gleich gewonnen,
Ihr seid ein vielgeliebter Mann.
Die Masse könnt Ihr nur durch Masse zwingen,
Ein jeder sucht sich endlich selbst was aus.
Wer vieles bringt, wird manchem etwas bringen;
Und jeder geht zufrieden aus dem Haus.
Gebt Ihr ein Stück, so gebt es gleich in Stücken!
Solch ein Ragout, es muß Euch glücken;
Se viene a ver;
lo que gusta es mirar.
Si ante los ojos ofreces una trama con muchos
sucesos,
de manera que la gente se quede boquiabierta,
te habrás ganado a la masa y serás un hombre
bien amado.
La masa sólo puede ser movida por la masa
y así cada cual se procurará lo suyo.
El que mucho reparte, da un poco a cada uno,
y así todos salen contentos de la sala.
Si les das una pieza, dásela en piezas,
con ese ragú te sonreirá la fortuna;
Quizás en el caso del Fausto esto es muy cierto. Se presenta
un ragú, cada uno toma lo que le gusta y al fin todos
están contentos. Esto es lo que vamos a hacer ahora, tomar
algunas partes del ragú.
El Fausto es un texto muy denso y se puede leerlo varias
veces y siempre encontrar algo nuevo. Un texto así
no se lo puede presentar como obra de teatro porque nadie
es capaz de captar tanta información escuchándolo una sola
vez. La selección de los versos es completamente arbitraria,
no sigue ningún sistema y tampoco se puede decir que son
los más importantes. Fueron elegidos porque encantan al
autor de este capítulo.
Toda la gente que estudia filología conoce el problema
que algunos interpretan una obra literaria de tal modo y otros,
de una manera distinta, conduciendo a discusiones eternas.
Este tipo de problema el autor nunca lo ha comprendido realmente.
Si una interpretación de una obra enriquece la vida, nos
revela algo, nos permite ver la belleza de algo, nos
divierte, sea lo que sea, entonces es correcto. Si el
autor quería decir esto o no, no tiene ninguna importancia.
Son falsas aquellas interpretaciones que escribimos pero
que olvidamos dos semanas después porque eran construcciones
estériles, aburridas e insignificantes, de tipo académico.