Der arme
Kaiser konnte kaum atmen, es war gerade,
als ob etwas auf seiner Brust säße.
Er schlug die Augen auf, und da sah er,
daß es der Tod war. Er hatte sich
eine goldene Krone aufgesetzt und hielt
in der einen Hand des Kaisers goldenen Säbel,
in der andern seine prächtige Fahne.
Ringsumher aus den Falten der großen
Samtbettvorhänge sahen allerlei wunderliche
Köpfe hervor, einige ganz häßliche,
andere lieblich und mild; das waren des
Kaisers gute und böse Taten, die ihn
anblickten, jetzt, da der Tod ihm auf dem
Herzen saß.
»Entsinnst du dich dessen?«
Und dann erzählten sie ihm so viel,
daß ihm der Schweiß von der
Stirne rann. »Das habe ich nie gewußt!«,
sagte der Kaiser.
»Musik, Musik, die große chinesische
Trommel«, rief er, »damit ich
nicht alles zu hören brauche, was sie
sagen!« Aber sie fuhren fort, und
der Tod nickte wie ein Chinese zu allem,
was gesagt wurde.
»Musik, Musik!«, schrie der
Kaiser. »Du kleiner herrlicher Goldvogel,
singe doch, singe! Ich habe dir Gold und
Kostbarkeiten gegeben, ich habe dir selbst
meinen goldenen Pantoffel um den Hals gehängt,
singe doch, singe!«
El pobre
emperador jadeaba con gran dificultad; era
como si alguien se le hubiera sentado sobre
el pecho. Abrió los ojos y vio que
era la Muerte, que se había puesto
su corona de oro en la cabeza y sostenía
en una mano el dorado sable imperial, y
en la otra, su magnífica bandera.
En torno, por los pliegues de los cortinajes
asomaban extravías cabezas, algunas
horriblemente feas, otras de expresión
dulce y apacible: eran las obras buenas
y malas del emperador, que lo miraban en
aquellos momentos en que la muerte se había
sentado sobre su corazón. -¿Te
acuerdas de tal cosa? -Y entoncs le recordaban
tantas, que al pobre le manaba el sudor
de la frente. -¡Yo no lo sabía!
-decía el emperador-.
¡Música, música! ¡Que
suene el gran tambor chino -gritó-
para no oír todo eso que dicen!
Pero las cabezas seguían hablando
y la Muerte asentía con la cabeza,
al modo chino, a todo lo que decían.
-¡Música, música! -gritaba
el emperador-. ¡Oh tú, pajarillo
de oro, canta, canta! Te di oro y objetos
preciosos, con mi mano te colgué
del cuello mi chinela dorada. ¡Canta,
canta ya.