Seite 15: Die Galoschen des Glücks | Dritte Geschichte - Des Wächters Abenteue.



Dritte Geschichte - Des Wächters Abenteuer

"Da liegen wahrhaftig ein Paar Galoschen!", sagte der Wächter. "Die gehören sicher dem Leutnant, der hier oben wohnt. Sie liegen gerade bei der Tür!" Gern hätte der ehrliche Mann geläutet und sie abgeliefert, denn es war noch Licht, aber er wollte die anderen Leute im Hause nicht wecken und deshalb ließ er es sein. "Das muss schön warm sein, so ein paar Dinger anzuhaben!", sagte er. "Sie sind so weich im Leder!" Sie passten gerade an seine Füße. "Wie merkwürdig ist doch die Welt eingerichtet. Nun könnte er sich da oben in sein gutes Bett legen, aber nein, er tut es nicht. Auf und ab trabt er auf dem Fußboden! Das ist ein glücklicher Mensch! Er hat weder Frau noch Kind. Jeden Abend ist er in Gesellschaft. Ach, wäre ich doch er, ja, dann wäre ich ein glücklicher Mann!"
Als er seinen Wunsch aussprach, wirkten die Galoschen, die er angezogen hatte, und der Wächter ging in des Leutnants ganze Person und Denkweise über. Da stand er oben im Zimmer und hielt ein kleines rosenrotes Papier zwischen den Fingern, worauf ein Gedicht stand, ein Gedicht von dem Herrn Leutnant selbst; denn wer wäre nicht einmal in seinem Leben in der Stimmung zum Dichten gewesen, und schreibt man dann seine Gedanken nieder, dann hat man die Verse! Hier stand geschrieben:

tercera historia - La aventura del vigilante nocturno

«¡Si son unos chanclos de verdad! -exclamó el vigilante-. Serán del teniente que vive allí arriba.
Están directamente delante de la puerta». El buen hombre tuvo la intención de llamar y entregarlos, pues en el piso había luz; pero, temiendo despertar a los demás vecinos, no lo hizo.
«¡Qué calentito debe sentirse uno con estas cosas en los pies! -dijo-. El cuero es muy suave».
Le venían bien. «¡Qué extraño es el mundo! El teniente podría meterse ahora en su cama bien caliente, pero no señor, ni se le ocurre. Está paseando por la habitación; éste sí que es un hombre feliz. No tiene mujer ni hijos, y cada noche va de tertulia. ¡Qué dicha estar en su lugar!».

Al expresar este deseo, obró el hechizo de los chanclos que se había calzado y el vigilante nocturno pasó a convertirse en el teniente.
Se encontró en la habitación alta, con un papel color de rosa en las manos, en el que estaba escrita una poesía, obra del propio teniente. Pues todos hemos tenido en la vida un momento de inspiración poética, y si entonces hemos anotado nuestros pensamientos, el resultado ha sido una poesía.
Aquí estaba escrito:


Vokabular
der Wächter = el vigilante
der Leutnant = el teniente
das Leder = el cuero
merkwürdig = extraño
das Gedicht = la poesía





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