Hast du
die Geschichte von der alten Straßenlaterne
gehört? Sie ist gar nicht sehr belustigend,
doch einmal kann man sie wohl hören.
Es war eine gute, alte Straßenlaterne,
die viele, viele Jahre gedient hatte, aber
jetzt entfernt werden sollte. Es war der
letzte Abend, an dem sie auf dem Pfahle
saß und in der Straße leuchtete,
und es war ihr zumute wie einer alten Tänzerin,
die den letzten Abend tanzt und weiß,
dass sie morgen vergessen in der Bodenkammer
sitzt. Die Laterne hatte Furcht vor dem
morgigen Tage, denn sie wusste, dass sie
dann zum ersten Mal auf das Rathaus kommen
und von dem hochlöblichen Rat beurteilt
werden sollte, ob sie noch tauglich oder
unbrauchbar sei.
¿Has
oído la historia del viejo farol
de la calle?
No es muy alegre por cierto, sin embargo,
vale la pena oírla. Era un buen farol
que había estado alumbrando la calle
durante muchos años, pero lo dieron
de baja.
Era la última noche que, desde lo
alto de su poste, debía enviar su
luz a la calle y se sentía como una
vieja bailarina que da su última
representación, sabiendo que al día
siguiente habrá de encerrarse, olvidada,
en su buhardilla.
El farol tenía miedo del día
siguiente, pues no ignoraba que sería
llevado por primera vez al ayuntamiento,
donde el ilustre concejo dictaminaría
si era aún útil o inútil.