Was soll
ich noch weiter erzählen, daß
sie ihre Reise glücklich vollendeten,
daß Wetterbock seine Tochter entzauberte
und den Jakob, mit Geschenken beladen, entließ,
daß er in seine Vaterstadt zurückkam
und daß seine Eltern in dem schönen
jungen Mann mit Vergnügen ihren verlorenen
Sohn erkannten, daß er von den Geschenken,
die er von Wetterbock mitbrachte, sich einen
Laden kaufte und reich und glücklich
wurde?
Nur so viel will ich noch sagen, daß
nach seiner Entfernung aus dem Palaste des
Herzogs große Unruhe entstand; denn
als am anderen Tage der Herzog seinen Schwur
erfüllen und dem Zwerg, wenn er die
Kräuter nicht gefunden hätte,
den Kopf abschlagen lassen wollte, war er
nirgends zu finden; der Fürst aber
behauptete, der Herzog habe ihn heimlich
entkommen lassen, um sich nicht seines besten
Koches zu berauben, und klagte ihn an, daß
er wortbrüchig sei. Dadurch entstand
denn ein großer Krieg zwischen beiden
Fürsten, der in der Geschichte unter
dem Namen "Kräuterkrieg"
wohlbekannt ist; es wurde manche Schlacht
geschlagen, aber am Ende doch Friede gemacht,
und diesen Frieden nennt man bei uns den
"Pastetenfrieden", weil beim Versöhnungsfest
durch den Koch des Fürsten die Souzeraine,
die Königin der Pasteten, zubereitet
wurde, welche sich der Herr Herzog trefflich
schmecken ließ.
So führen oft die kleinsten Ursachen
zu großen Folgen; und dies, o Herr,
ist die Geschichte des Zwerges Nase.
¿Qué
más he de contar? ¿Que acabaron
venturosos el viaje, que Aspavientos rompió
el hechizo de su hija y que, cargado de regalos,
Jacob se despidió de él; que
regresó a su ciudad natal y que sus
padres reconocieron complacidos en el guapo
mozo a su hijo perdido, el cual, con los regalos
de Aspavientos que se había traído,
se compró una tienda y fue rico y feliz?
Tan sólo quiero decir que después
de alejarse del palacio del duque se produjo
gran agitación, pues, cuando al otro
día el ducque quiso cumplir su juramento
y hacer que le cortaran la cabeza al enano
si no había encontrado las hierbas,
no pudieron hallarlo en ninguna parte; pero
el príncipe aseveró que el duque
lo había dejado escapar en secreto
para no privarse de su mejor cocinero, y lo
acusaba de haber faltado a su palabra.
Debido a esto, estalló una gran guerra
entre ambos nobles, que en la historia es
bien conocida con el nombre de guerra de las
hierbas; se libró alguna que otra batalla,
pero al final se acabó haciendo paz,
y a esta paz la llamamos en nuestro país
paz de la empanada, porque en la fiesta de
reconciliación, el cocinero del príncipe
preparó la Souzeraine, la reina de
las empanadas, que el duque comió con
muy buen apetito.
Así llevan a menudo las causas más
pequeñas a grandes consecuencias; y
esto, ¡oh señor!, es la historia
del enano Narizotas.