Seite 02: Der Zwerg Nase (El enano Narizotas)



Die beiden Leutchen hatten einen schönen Knaben, angenehm von Gesicht, wohlgestaltet und für das Alter von zwölf Jahren schon ziemlich groß. Er pflegte gewöhnlich bei der Mutter auf dem Gemüsemarkt zu sitzen, und den Weibern oder Köchen, die viel bei der Schustersfrau eingekauft hatten, trug er wohl auch einen Teil der Früchte nach Hause, und selten kam er von einem solchen Gang zurück ohne eine schöne Blume oder ein Stückchen Geld oder Kuchen; denn die Herrschaften dieser Köche sahen es gerne, wenn man den schönen Knaben mit nach Hause brachte, und beschenkten ihn immer reichlich.
Eines Tages saß die Frau des Schusters wieder wie gewöhnlich auf dem Markte, sie hatte vor sich einige Körbe mit Kohl und anderm Gemüse, allerlei Kräuter und Sämereien, auch in einem kleineren Körbchen frühe Birnen, Äpfel und Aprikosen. Der kleine Jakob, so hieß der Knabe, saß neben ihr und rief mit heller Stimme die Waren aus:"Hierher, ihr Herren, seht, welch schöner Kohl, wie wohlriechend diese Kräuter; frühe Birnen, ihr Frauen, frühe Äpfel und Aprikosen, wer kauft? Meine Mutter gibt es wohlfeil." So rief der Knabe.
Da kam ein altes Weib über den Markt her; sie sah etwas zerrissen und zerlumpt aus, hatte ein kleines, spitziges Gesicht, vom Alter ganz eingefurcht, rote Augen und eine spitzige, gebogene Nase, die gegen das Kinn hinabstrebte; sie ging an einem langen Stock, und doch konnte man nicht sagen, wie sie ging; denn sie hinkte und rutschte und wankte; es war, als habe sie Räder in den Beinen und könne alle Augenblicke umstülpen und mit der spitzigen Nase aufs Pflaster fallen.

Las dos personas tenían un guapo mozo, de cara agradable, bien proporcionado y, para sus doce años, bastante alto ya.
Solía sentarse junto a su madre en el mercado, y a las mujeres o a los cocineros que habían comprado mucho a la mujer del zapatero les llevaba a casa una parte de la fruta, y pocas veces volvía de uno de estos paseos sin una bella flor, una monedilla o un pastel, pues los señores de estos cocineros veían con agrado que trajeran consigo a casa al guapo mozo y siempre le hacían un buen regalo.


Un día, la mujer del zapatero estaba sentada como de costumbre en el mercado, tenía ante sí algunos cestos con col y otra verdura, toda clase de hierbas y semillas, y también, en un cestillo más pequeño, peras, manzanas y albaricoques tempranos. El pequeño Jacob, asó se llamaba el chico, estaba sentado junto a ella y pregonaba con voz clara las mercancías
-¡Para acá, señores! Mirad qué hermosa col, qué aromáticas hierbas; peras tempranas, señoras, manzanas y albaricoques tempranos, ¿quién compra? Mi madre lo da barato. Así pregonaba el chico. Acercándose por el mercado, apareció una mujer vieja; parecía un tanto desharrapada y andrajosa, tenía una cara pequeña, afilada, toda arrugada por la edad, ojos enrojecidos y una nariz puntiaguda, en forma de gancho, apuntando hacia la barbilla; andaba con un largo bastón, y, sin embargo, no se podía decir cómo andaba, porque iba cojeando, resbalando y bamboleándose, como si tuviese ruedas en las piernas y pudiese en todo momento volverse boca abajo y caerse contra el adoquinado con su afilado nariz.

Vokabular
wohlgestaltet = bien proporcionado
der Gemüsemarkt = el mercado
allerlei Kräuter = varias hierbas
die Sämereien = las semillas
die Waren ausrufen = pregonar las mercancías
wohlriechend = aromático
zerrissen und zerlumpt = desharrapado y andrajoso





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