Seite 003: Das kalte Herz (El corazón frío)



Noch vor kurzer Zeit glaubten die Bewohner dieses Waldes an Waldgeister, und erst in neuerer Zeit hat man ihnen diesen törichten Aberglauben benehmen können. Sonderbar ist es aber, daß auch die Waldgeister, die der Sage nach im Schwarzwalde hausen, in diese verschiedenen Trachten sich geteilt haben.
Todavía hasta poco, los habitantes de este bosque creían en los espíritus del bosque, y sólo en época reciente ha sido posible arrancarles de esta necia superstición. Pero lo curioso es que los espíritus del bosque que, según la leyenda, viven en la Selva Negra, han compartido también esta diferencia de indumentaria.

So hat man versichert, daß das »Glasmännlein«, ein gutes Geistchen von dreieinhalb Fuß Höhe, sich nie anders zeige als in einem spitzen Hütlein mit großem Rand, mit Wams und Pluderhöschen und roten Strümpfchen. Der Holländer-Michel aber, der auf der anderen Seite des Waldes umgeht, soll ein riesengroßer, breitschultriger Kerl in der Kleidung der Flözer sein, und mehrere, die ihn gesehen haben wollen, versichern, daß sie die Kälber nicht aus ihrem Beutel bezahlen möchten, deren Felle man zu seinen Stiefeln brauchen würde.
Aseguraban que el Hombrecillo de Cristal, un geniecillo de tres pies y medio de altura, no se muestre más que con un pequeño sombrero de ala amplia, con jubón y pantaloncitos bombachos y medias rojas.
Pero Michel el Holandés, que ronda por la otra parte del bosque, tiene que ser un tipo gigantesco, de anchas espaldas, con la indumentaria de los almadieros, y varios de los que lo han visto afirman que no quisieran tener que pagar de su bolsillo las terneras cuya piel sería necesaria para sus botas.

»So groß, daß ein gewöhnlicher Mann bis an den Hals hineinstehen könnte«, sagten sie und wollten nichts übertrieben haben.
Mit diesen Waldgeistern soll einmal ein junger Schwarzwälder eine sonderbare Geschichte gehabt haben, die ich erzählen will.
Es lebte nämlich im Schwarzwald eine Witwe, Frau Barbara Munkin; ihr Gatte war Kohlenbrenner gewesen, und nach seinem Tode hielt sie ihren sechzehnjährigen Knaben nach und nach zu demselben Geschäft an.
"Son tan grandes, que un hombre corriente se metería en ellas hasta el cuello", decían, pretendiendo no haber exagerado nada.
Un muchacho de la Selva Negra tuvo que haber tenido una singular aventura con estos espíritus del bosque, como voy a contar.
Pues, una viuda, señora Bárbara Munkin, vivía en la Selva Negra; su marido había sido carbonero, y a su muerte, ella fue animada a su hijo, un muchacho de dieciséis años, a dedicarse poco a poco al mismo trabajo.

Vokabular
der Waldgeist = el espíritu del bosque
der Aberglaube = la superstición
die Sage = la leyenda
versichern = asegurar
die Witwe = la viuda
der Kohlenbrenner = el carbonero





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