Si ahora le decimos que en alemán con los pronombres
posesivos surge un problema, ¿qué problema
diría usted que hay? ¿El problema con la
Deklination? ¡Bingo! Es el mismo rollo de siempre.
Mientras el español establece la relación
entre los sustantivos con preposiciones, el alemán
lo establece a través de la Deklination. No decimos
que ésto sea una idea genial, y parece que nuestros antepasados
eran muy aptos para cazar osos en las selvas pero no
tanto a la hora de crear una lengua coherente y lógica.
Pero, ¿qué se puede hacer? A lo mejor
tampoco tienen la culpa, porque ellos la heredaron de
otra gente, y evidentemente les pareció mucho
más divertido cazar osos que meterse a reflexionar
sobre la Deklination. Parece que la cosa empezó mal
desde el principio. En alemán, los pronombres
posesivos tienen que respetar no solamente el género
y el número de la cosa en propiedad, sino también
el caso (Nominativ, Genitiv, Dativ, Akkusativ). Tanto
en español como en alemán, el género
y el número tienen que concordar con la cosa poseída.
El género del dueño no tiene ninguna importancia.
A esta regla hay una excepción, de la cual hablaremos más abajo.