Si usted se fija en
las frases alemanas, se dará cuenta de un fenómeno
raro. La posición del verbo ha cambiado. Parece
que la lengua alemana es una mujer. Ellas también
tienen unas reglas súper complicadas que nadie
entiende, pero si no se las respetan se enojan. Hay conjunciones
que no requieren ningún cambio en la posición
del verbo y otras que sí exigen un cambio en la
posición del verbo, o sea que el verbo de la frase
subordinada introducida por una de estas conjunciones
viene al final de la frase.